Se estima que la producción de plásticos se encuentra en las 388 millones de toneladas anuales en 2015 y la mayoría de los plásticos son utilizados en el sector del packaging (30%). Con el objetivo de limitar el uso de plásticos vírgenes, se están realizando grandes avances por parte de las 63 compañías líderes en los sectores de industria alimentaria y bebidas, productos de higiene personal, productos de limpieza del hogar y bienes de consumo. El objetivo es seguir las directrices de la agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, alineados con la implementación de nuevas políticas de la Comisión Europea para 2025. Es más, debido al compromiso de éstas compañías se estima la reducción en el uso de plásticos vírgenes en un 17% para 2025.
Sin embargo, cabe preguntarse ¿Qué medidas se están implementando para lograr dicho objetivo?
En el Global Commitment 2021 organizado por la ONU se establecieron los siguientes acuerdos con el sector empresarial:
- Avance en la reducción del uso de plásticos vírgenes, aumentando el porcentaje en peso de plásticos reciclados. De hecho ya se ha observado un aumento en el uso de plásticos reciclados de entre el 23-29% anualmente.
- Rediseño del empaquetado con el objetivo de reducir la cantidad de plástico a utilizar, mediante estrategias como substitución a otros plásticos a otros materiales o el uso de menor cantidad de empaquetado por producto.
- Un 24% de los asistentes se comprometió además en un cambio radical en su modelo de negocio con el fin de eliminar los plásticos de un sólo uso, apostando por la reutilización.
- Una apuesta por los materiales compostables.
Todas estas opciones son ambiciosas pero no pueden aplicarse en todos los sectores ni en todos los productos, pues ante todo ha de asegurarse la calidad del producto a lo largo de la cadena de suministro. El uso por ejemplo de materiales de origen biológico o compostables, o incluso la adición de ciertos materiales reciclados podrían ocasionar un impacto negativo en la calidad del producto debido a que sus propiedades mecánicas y de protección frente al vapor de agua y oxígeno son inferiores. Además supondría un incremento de costes de materia prima (en el último análisis de mercado se estimo en un incremento de coste del 100%). Por ello, muchas compañías no pues asumir el aumento de costes, precios, desperdicios generados y la consecuente caída en la demanda. Por ejemplo, la industria alimentaria representa el caso perfecto a estudiar. A día de hoy se estima que el desperdicio de alimentos representa es de un tercio respecto al producido a nivel mundial. Una de las razones de éste fenómeno son problemas a lo largo de la cadena de suministro por una utilización incorrecta de materiales en el empaquetado. Por lo que si hoy en día la protección de muchos productos de alimentación no puede asegurarse, se produce la degradación del alimento y en última instancia su desperdicio.
La otra alternativa, más conservadora es el cambio de materiales o la reducción de materiales mediante un cambio en el diseño. No obstante, esta alternativa apuesta por láminas finas como las que pueden observarse en la industria farmacéutica y alimentaria. Este tipo de láminas está formada por varias capas de diversos materiales (varios plásticos, adhesivos, aluminio, papel) . Y aunque supongan un beneficio a nivel de transporte, logística... no pueden reciclarse en ningún caso. Es por ello entre otras causas, que según los últimos datos arrojados por la Comisión Europea, sólo un 9% del plástico que reciclamos es reciclado en la práctica.
En la siguiente imagen puede observarse un resumen de las principales estrategias:
En cualquier caso resulta evidente que la estrategia depende completamente del tipo de industria y de cada producto. Las soluciones a implementar han de implementarse de forma individual teniendo en cuenta las necesidades de cada sector. El análisis es complejo y un auténtico reto y siempre han de tenerse en cuenta los siguientes factores:
1. Mantenimiento/ reducción de costes
2. Incremento en la eficiencia energética y de las líneas de procesado (mejora continua)
3. Eliminación o disminución de desperdicios
4. Aceptación por parte del mercado, no repercutiendo ni a nivel económico ni en comodidad del consumidor
5. Análisis del ciclo de vida del producto con indicadores medioambientales